Por Fernando Martínez Jover, CEO de MBD Analytics.
El sector de la innovación, el emprendimiento y la economía digital en España se encuentran en un momento histórico y en un auténtico punto de inflexión. En el último año y medio, con motivo de la pandemia, la digitalización ha demostrado ser un elemento central para el crecimiento económico de nuestro país, y las empresas y la ciudadanía han comenzado a tomar conciencia de los beneficios que tienen los avances tecnológicos.
En este contexto, la situación en España pasa por la oportunidad de crecer, de mejorar y de transformar todas las industrias y todos los sectores, a través de la inclusión de la tecnología en la mejora de sus procesos.
Recientemente, hace unos días, se ha publicado el último Ranking Global de Competitividad Digital, por el Centro Mundial de Competitividad, del Instituto Internacional para el Desarrollo de la Gestión. Y argumentaba varios hechos importantes: el primero, positivo, que España ha escalado dos puestos en el índice mundial con respecto al año 2020. Otra de las conclusiones que recogía es que estamos entre las diez mejores economías del mundo en el uso de robots en educación y en la productividad por publicación. No obstante, había datos menos buenos, y es que España se sitúa en el puesto 31 de 64 países, lo que significa que tenemos un largo recorrido por hacer.
El escenario europeo, que también es español
La Unión Europea ha declarado que la digitalización es indispensable para la reconstrucción económica, y ha posicionado la transición digital, como uno de los ejes centrales de la Europa de 2030. Este año, la Comisión ha publicado su hoja de ruta “Brújula digital 2030: el camino europeo para la década digital”, donde presentaba las líneas maestras de este plan diseñado para posicionar a Europa en la vanguardia de la tecnología y la transformación digital. En este sentido, la Unión apuesta por lograr que al menos un 75% de las empresas, al finalizar la década, utilicen Inteligencia Artificial, Big Data y cloud computing.
En 2018, la Comisión y los Estados miembros de la UE ya dieron el primer paso en torno a la Inteligencia Artificial. Ahora la institución comunitaria planea y trabaja para invertir 1.000 millones de euros al año en IA, dentro de sus programas de Europa y Horizonte Digital; tratará de atraer más de 20.000 millones de euros de inversión total en IA al año durante la próxima década, con planes como el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia; y además espera que más del veinticinco por ciento de todos los robots de servicios industriales y personales se produzcan en Europa.
Talento y economía digital
Todo este escenario nos lleva a pensar que nos encontramos ante un contexto que tenemos que aprovechar. Y no partimos desde cero. En 2019, el tamaño de la economía digital en nuestro país se aproximó ya al 19% del PIB, siendo en su conjunto la actividad que más aporta a nuestra economía, por detrás del sector inmobiliario.
La capacidad de talento innovador y digital que tenemos en España es innegable, pero hace falta que los poderes públicos, dentro del ámbito de sus competencias, impulsen una propuesta y un plan regulatorio que sea ambicioso y tenga largo recorrido.
España no puede permitirse el lujo de quedarse atrás en la carrera digital internacional. Tenemos que conseguir que las empresas, tanto grandes corporaciones como pequeñas y medianas, conciban las nuevas herramientas tecnológicas como algo positivo para sus organizaciones. Reducción de tiempos, mejora de toma de decisiones, automatización de acciones… Nos jugamos la creación de nuevos puestos de trabajo, nuevas formas de generar riqueza y sobre todo bienestar social.